sábado, 17 de noviembre de 2012

Erase un Instante



Era un día como antes de ayer, algo
nublado, un distraído viento se paseaba
por la mañana, una de esas bien tranquila,
de esas mañanas calmas, en las cuáles solo
unos pocos rayos de sol eran los que
habitaban, los que se atrevían, los que
vivían, siendo así luz lo que a su ahora
traía, iluminando así la escena en la cuál
entre los silbidos de la brisa fueron
encontradas dos miradas, completamente
desconocidas, completamente cercanas; cosa
extraña aquella que al parecer no se
explicaba.
Cálido se presentaba este acontecer que
con aquella mañana madrugaba, ¿Qué era ese
aroma? ¿Qué era ese olor? ¿De donde había
salido ese fuego que me permitía
vislumbrar con el corazón? Se decía que el
destino, era lo único capaz de generar tal
ardor, se decía que sólo en sueños puede
ser sentida esa presión, en la cuál a
partir de aquel primer árbol, la luz de la
mañana me encontró.
Misma vereda, tres árboles de distancia,
mirada firme, sostenida, para nada
abrumante, parecía dulce, hasta algo
afligida, pero en ese paso anterior a lo
que iba a ser una singular explosión,
acompañada de lo peculiar, que radicaba
puramente en lo circunstancial; era hecho
que sin duda alguna, de ningún lado,
dentro de la imaginación de ellos, nada
como esto hubiese pasado, muchos menos
imaginado.
Sonrisa que dubitativa se mostraba,
pestañar que de ningún lado asomaba,
amanecer que felizmente y solo se
dibujaba.
Desde mi cabeza solo una voz no callada,
era la que gritaba, puro sonido, ni una
palabra y ella.. ella lo veía y no lo
evitaba, hasta lo buscaba, y así.. así,
sin oponer resistencia alguna, dentro mi,
mi ser gritaba, ella a mi ser seducía, y
yo no lo evitaba, poco a poco y cada vez
más me seducía, más me  ahogaba, dejándome
hasta sin palabras mientras el suspiro..
el suspiro tampoco llegaba, sonrojado esta
vez me veía, mientras no había nube alguna
capaz de nublar aquella sonrisa.
Eterno aquel instante que por ser virgen
de su falta de conciencia se alimentaba,
infinitas eran las sensaciones que a su corazón
atormentaban, a lo largo de ese intenso
trayecto que con un constante y seco latido tuvo que ser caminado.
Y ahora sí, todo terminaba, inminente
final, que sin origen ni principio no
hubiese existido, y esta vez fue más allá
de la voluntad de estos dos extraños
completamente desconocidos; ya que vacía
se veía la escena desde aquel primer
árbol, que de los tres fue el más
atrevido, que de destino se encontraba
vestido, disfrazado como todo, disfrazado
desde un sin sentido; pero sin duda alguna
completamente sentido, momento que desde
un principio fue vivido, y hasta a través
de miradas, inclusive compartido.
Realidad que nos sometía, sin darnos la
mano, mucho menos la bienvenida, a su
momento nos sometía, preguntas que mi
cabeza evitar no podía, porque fue en ese
momento justo en el cuál desde aquel
árbol, (¡el árbol que nos unía!), se
deslizaron dulces gotas de agua
cristalinas, eran de aquellas que dentro de las hojas
dormían; rastros del día anterior que a
nuestro hoy se han presentado, pasado que con gotas
Esta vez fue despertado y ni siquiera acariciado,
Presencia de dulces gotas que tranquilas dormían
Y que por culpa de la
insensata, la incomprendida, la brisa,
aquellas dos almas al cruzarse fueron
sorprendidas, quedando así por completo
humedecidas, dándole así el tinte de
realidad que dentro de sus cabezas no
existía.
El viento estaba ofendido, era lo que se
decía entre las hojas de aquel árbol que
sin querer a aquellos dos los había unido;
ofendido y resentido, sólo por no haber
sido él el primero en ser sentido..
elegido.. para convocar así al destino,
esa víctima alegre y circunstancial de
todos los caprichos, que inconsciente
explicación trae al mundo de la
imaginación y todo nomas causado por ese
instante, por esa sensación, en la cuál
respirando nos encontramos, disfrutando
nomas de todo lo que a cada instante, nos
encuentra a nuestro alrededor.