Era un día como antes
de ayer, algo
nublado, un distraído
viento se paseaba
por la mañana, una de
esas bien tranquila,
de esas mañanas
calmas, en las cuáles solo
unos pocos rayos de
sol eran los que
habitaban, los que se
atrevían, los que
vivían, siendo así
luz lo que a su ahora
traía, iluminando así
la escena en la cuál
entre los silbidos de
la brisa fueron
encontradas dos
miradas, completamente
desconocidas,
completamente cercanas; cosa
extraña aquella que
al parecer no se
explicaba.
Cálido se presentaba
este acontecer que
con aquella mañana
madrugaba, ¿Qué era ese
aroma? ¿Qué era ese
olor? ¿De donde había
salido ese fuego que
me permitía
vislumbrar con el
corazón? Se decía que el
destino, era lo único
capaz de generar tal
ardor, se decía que
sólo en sueños puede
ser sentida esa
presión, en la cuál a
partir de aquel
primer árbol, la luz de la
mañana me encontró.
Misma vereda, tres
árboles de distancia,
mirada firme,
sostenida, para nada
abrumante, parecía
dulce, hasta algo
afligida, pero en ese
paso anterior a lo
que iba a ser una
singular explosión,
acompañada de lo
peculiar, que radicaba
puramente en lo circunstancial; era hecho
que sin duda alguna,
de ningún lado,
dentro de la
imaginación de ellos, nada
como esto hubiese
pasado, muchos menos
imaginado.
Sonrisa que
dubitativa se mostraba,
pestañar que de
ningún lado asomaba,
amanecer que
felizmente y solo se
dibujaba.
Desde mi cabeza solo
una voz no callada,
era la que gritaba,
puro sonido, ni una
palabra y ella.. ella
lo veía y no lo
evitaba, hasta lo
buscaba, y así.. así,
sin oponer
resistencia alguna, dentro mi,
mi ser gritaba, ella
a mi ser seducía, y
yo no lo evitaba,
poco a poco y cada vez
más me seducía, más
me ahogaba, dejándome
hasta sin palabras
mientras el suspiro..
el suspiro tampoco
llegaba, sonrojado esta
vez me veía, mientras
no había nube alguna
capaz de nublar
aquella sonrisa.
Eterno aquel instante
que por ser virgen
de su falta de
conciencia se alimentaba,
infinitas eran las
sensaciones que a su corazón
atormentaban, a lo
largo de ese intenso
trayecto que con un constante
y seco latido tuvo que ser caminado.
Y ahora sí, todo
terminaba, inminente
final, que sin origen
ni principio no
hubiese existido, y
esta vez fue más allá
de la voluntad de
estos dos extraños
completamente
desconocidos; ya que vacía
se veía la escena
desde aquel primer
árbol, que de los
tres fue el más
atrevido, que de
destino se encontraba
vestido, disfrazado
como todo, disfrazado
desde un sin sentido;
pero sin duda alguna
completamente
sentido, momento que desde
un principio fue
vivido, y hasta a través
de miradas, inclusive
compartido.
Realidad que nos
sometía, sin darnos la
mano, mucho menos la
bienvenida, a su
momento nos sometía,
preguntas que mi
cabeza evitar no
podía, porque fue en ese
momento justo en el
cuál desde aquel
árbol, (¡el árbol que
nos unía!), se
deslizaron dulces
gotas de agua
cristalinas, eran de
aquellas que dentro de las hojas
dormían; rastros del
día anterior que a
nuestro hoy se han
presentado, pasado que con gotas
Esta vez fue
despertado y ni siquiera acariciado,
Presencia de dulces
gotas que tranquilas dormían
Y que por culpa de la
insensata, la
incomprendida, la brisa,
aquellas dos almas al
cruzarse fueron
sorprendidas,
quedando así por completo
humedecidas, dándole así el tinte de
realidad que dentro
de sus cabezas no
existía.
El viento estaba
ofendido, era lo que se
decía entre las hojas
de aquel árbol que
sin querer a aquellos
dos los había unido;
ofendido y resentido,
sólo por no haber
sido él el primero en
ser sentido..
elegido.. para
convocar así al destino,
esa víctima alegre y
circunstancial de
todos los caprichos,
que inconsciente
explicación trae al
mundo de la
imaginación y todo nomas causado por ese
instante, por esa
sensación, en la cuál
respirando nos
encontramos, disfrutando
nomas de todo lo que
a cada instante, nos
encuentra a nuestro
alrededor.